El tren representa aún un porcentaje residual en el movimiento de mercancías en España, por lo que hay que seguir promoviendo eco-incentivos a la demanda para que se produzca un trasvase más acelerado de la carretera a la vía.
El ferrocarril tiene una cuota testimonial en el movimiento de mercancías en la península Ibérica. Representa menos del 4%, incluso por debajo de los niveles previos a la pandemia. Sin embargo, se postula como la solución ideal porque, entre otras cosas, es capaz de responder al reto de la sostenibilidad.
Este medio emite entre cinco y siete veces menos CO2 que el transporte por carretera. Así, mientras el ferrocarril emite entre 16-18,8 gCO2/tkm, el transporte en carretera alcanza los 140 gCO2/tkm.
Según fuentes del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), en España, el sector del transporte es el responsable del 27% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), que comprende CO2 y otros gases. De este porcentaje, únicamente un 0,1% del total de las
emisiones corresponde al ferrocarril.
Por un lado, la responsabilidad social corporativa de las empresas tiene cada vez más en cuenta la neutralidad de emisiones y, por otro, los gobiernos están legislando cada vez más contra el cambio climático. Esto hará que la intermodalidad coja cada vez más peso.